Por Julio Conesa
El 26 de Mayo tenemos las
elecciones europeas. No se habla mucho de ellas. Parece como si una vez
superado el proceso electoral general ahora nos quedara la municipales como una
especie de segunda vuelta para algunos o como la continuación de las generales
para otros. A ello ayuda la encuesta del CIS publicada estos días.
Pero la “europeas”, que siempre
han sido vistas como algo secundario, resulta que están ahí, esperando el voto,
la decisión de la ciudadanía y sin embargo se toman como segundo plato, como
unas elecciones de segunda, como unas más. De hecho siempre se juntan con otras
para aprovechar la participación que de otra manera se estima que sería muy
baja.
Nadie se preocupa de poner las
elecciones europeas en primer plano, reconociendo la importancia que tienen, lo
sustancial de lo que decidamos y la configuración que tome el Parlamento
Europeo.
Alguien debería llamar la
atención sobre una realidad que hemos padecido y seguimos padeciendo: Europa
decide sobre nuestras vidas, nuestra realidad, nuestro porvenir.
Las decisiones en Europa
condicionan las políticas que se aplican en los países miembros. Parece que no
recordemos que “el austericidio” nos vino impuesto desde las instancias
europeas, preñadas de neoliberalismo.
Parece que no recordemos que el
135 de la Constitución se modificó. Sí, aquí, por decisión del PSOE y el PP,
pero por requerimiento de los poderes económicos que imperan en toda Europa.
Y como ello, todas la demás
penurias que hemos venido padeciendo desde 2008. Y que lamentablemente
seguiremos padeciendo si no hay un importante cambio de las mayorías en la
Unión Europea, si no somos capaces de poner las elecciones europeas en primer
término y comprender que hemos de hablar de lo que nos es cercano y cotidiano,
pero que eso son los árboles y debemos mirar también el bosque.
No se ponen las elecciones
europeas al nivel que corresponde por parte de los grandes partidos porque
habría que explicar claramente porqué asumieron sin rechistar las exigencias que
se nos impusieron desde los poderes neoliberales europeos.
Y reconocer esto, exigiría un
cambio de posición por parte de algunos. Reconocer que hay que potenciar
nuestra presencia de manera activa, coherente, comprometida por una Europa
Social, Democrática, Popular, frente al Mercado Único que no ha dejado de ser.
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