Por J.Conesa
elDiario.es publicaba el pasado 30 de marzo una noticia en la que se informaba de la investigación abierta por la Agencia Antifraude Valenciana donde se señalaba un aumento considerable de las denuncias relacionadas con malas prácticas en la contratación pública, que ya suponen el 32% del total.
Entre las denuncias, destacaban las que se refieren a oposiciones de Policía Local: Este organismo informaba de estar protegiendo a 24 denunciantes, de los que más del 25% corresponden ha irregularidades en procesos de selección de Policías Locales. El ámbito de la administración municipal concentra el grueso de denuncias presentadas, tanto anónimas como con personas identificadas y supone el 64% de las denuncias presentadas.
Esto representa un salto cualitativo, pues pone de relevancia que la “podredumbre” es tal que parece empezar a reventar. Quiero recordar aquí mis recientes escrito al respecto: “Yo no me callo” y “La insoportable realidad del acceso al empleo público”. En los que denuncio la situación en la que lleva ya años el acceso al empleo público local, y en especial el acceso y la promoción en los Cuerpos de Policía Local.
Como las malas hiervas, lleva extendiéndose la corrupción a lo largo y ancho de todo el mapa municipal sin que nadie, absolutamente nadie, tome ninguna decisión de erradicar.
El árbol está podrido. La realidad es tal que todo el mundo sabe perfectamente a qué rama debe arrimarse si quiere acceder o quiere promocionar. Y la inmensa mayoría mira para otro lado, o se queja y desahoga su disgusto con los más cercanos, sin hacer nada más, o reclamando del sindicato que actúe y al ver lo poco que se puede hacer quejándose también del propio sindicato.
Soy consciente de todo ello. Llevo denunciándolo años. Al juzgado solo se puede ir con pruebas y en general deben ser más que indicios, evidencias porque un juzgado no va a cuestionar el trabajo de un Tribunal (órgano selectivo especializado). Esa es mi experiencia personal.
Pero además las instituciones que debería velar por la transparencia, la imparcialidad, la objetividad, el interés común (de todas y todos, porque los agraciados ya tienen quien vele por ellos), no han tomado jamás interés alguno. No olvidemos que el poder político hunde sus raíces en el ámbito local y no quieren conflictos, por lo que sus decisiones en estas materias procuran ser siempre tangenciales.
Preguntar quién fiscaliza que las actuaciones en materia de acceso al empleo público se ajusten en la legislación vigente, a las normas, ya sea estatales o autonómicas: Nadie. Y no digamos en el caso de policía local: Ni la Conselleria, ni su flamante Agencia, ni la Dirección Gral. de administración local….
Y a mi, un día sí y otro también, las personas que aspiran a entrar o que quieren promocionar sin deber nada a nadie siempre han venido a llorarme en el hombro y no he podido más que decirles que si hay pruebas (pero pruebas fetén) al juzgado, por que si no es así no hay nada que hacer. Y cuantos hartos ya han acabado abandonando o pasándose al “lado oscuro” (y lo entiendo, aunque no lo comparto).
Para nuestra desgracia, me temo que las acciones emprendidas por la Agencia Antifraude van a ser “agua de borrajas”, ojala me equivoque. Pero dudo de la independencia real del organismo, de su capacidad de actuación sin intromisiones políticas.
Fijaros. Una Ley como la 17/17 de Coordinación que nació para hacer frente a todo esto, se la han cargado. En la práctica no se desarrolla porque no interesa. Le han parado los pies a quienes confiaban en el contenido de la Ley y en lo que proponía.
Es tal la capacidad de “las fuerzas vivas”, aquellas que se mantienen sobre el fango de la corrupción, que lo positivo de la Ley no se desarrolla y las cosas que contempla, novedosas y favorecedoras de sus intereses, sí que han sido aplicadas con prontitud.
Mirad, mirad con qué rapidez se ha extendido e incrementado la temporalidad y precariedad (que la Ley inicialmente quería atajar). Más interinaje, más comisionados que bloquean dos plazas, más mejoras de empleo sin ton ni son, y sin vincularse a la promoción interna que queda bloqueada por tiempo, carreras meteóricas que en ocasiones son para alucinar.
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