Defender la profesión

Por Julio Conesa

 

En los años ochenta, las nuevas promociones de policía local que entraron en los ayuntamientos, se encontraron con una realidad que pedía a gritos un cambio radical en las formas y los métodos, en los medios y en la mentalidad. Y en ello nos empeñamos.

 

Se trataba, no solo de conquistar unas condiciones de trabajo mejores (aún funcionaban los esquemas del autoritarismo militar-franquista), sino de ganar la consideración de la policía local como el servicio de seguridad municipal imprescindible para ayudar a la convivencia ciudadana. Y en ello coincidimos con la inmensa mayoría de los cargos políticos que asumieron ese mismo compromiso: profesionalizar las policías locales.

 

Había que conseguir la consideración de “agentes de la autoridad” (hoy suena extraño por evidente), había que trabajar por unificar criterios, uniformidad y coordinación puesto que cada ayuntamiento era un mundo y faltaba una imagen común y homogénea. Y se avanzó bastante en los años noventa.

 

Pero han pasado los años, las promociones, los cargos políticos y la realidad de nuestra sociedad cambiante exige proyectos de futuro, adaptar los cuerpos de policía local para mejorar en eficacia y eficiencia.

 

Sin embargo, observo como vuelven las viejas prácticas. Durante años trabajando por conseguir una visión de policía integran, intentando asumir todo aquello que implique seguridad, evitando la dispersión de servicios y competencias, buscando la generación de nuevos escenarios de coordinación y colaboración entre servicios implicados y entre municipios y ahora veo que se vuelve a caer en los mismos errores.

 

La vuelta a la solución “expeditiva” (dicen policial), en lugar de interacción con la ciudadanía, en lugar de vertebrar un sistema de imbricación seguridad local-movimiento vecinal-asociacionismo cívico.

 

Y en este marco escuchamos viejas decisiones ya caducas. Y ello solo puede deberse a la falta de un proyecto de profesionalización profunda de los cuerpos de policía local.

 

Se sigue incrementando la temporalidad y precariedad de las plantillas a pesar de las advertencias de la Unión Europea. Se sigue sin abordar la planificación de manera adecuada la formación, de la selección, de la promoción, dejándolo en manos de intereses particulares en cada momento. Continúa sin asumirse (ahora más que nunca) la responsabilidad autonómica de dirigir, armonizar, coordinar, unificar la seguridad pública, imbuidos como están de que es una patata caliente y es mejor dejarlo en manos del Gobierno de España.

 

La defensa de la profesión exige que las nuevas generaciones (promociones) de policía local asuman su responsabilidad definan proyectos, no solo en materia laboral y condiciones de trabajo, también en de esperanza en un futuro que nos permita crecer, ganar la confianza de la ciudadanía en un servicio público cada día mejor.

 

Debemos defender la condición de operadores esenciales, jurídicos y sociales de primer orden. Y ello exige compromiso, propuestas, planificación y respeto.